Juana de Arco nació en 1412, fue una joven campesina francesa que guió al Ejército francés en la guerra de los Cien Años contra Inglaterra, logrando que Carlos VII de Valois fuese coronado rey de Francia.
Nunca aprendió a leer ni escribir. A los 13 años empezó a escuchar voces que denominó como divinas, estas voces le encomendaron la importante misión de expulsar a los ingleses de Francia y propiciar la coronación del heredero legítimo al trono frances, Carlos VII.
Estas voces fueron posteriormente identificadas por Juana como las de Santa Catalina de Alejandría y Santa Margarita de Antioquía, dos de las santas más veneradas por el catolicismo de la época.
En esa época existían rumores sobre la salvación del reino por parte de la Virgen de Lorena. Gracias a estas creencias populares y su insistencia Juana vestida de hombre, fue llevada a través de territorio hostil a ver al príncipe.
No obstante, antes de ser presentada a Carlos fue examinada y sometida a diferentes pruebas por teólogos y sacerdotes. Finalmente el príncipe confío en su misión divina y le otorgó un pequeño ejército.
A pesar de ser una mujer campesina del estrato más humilde, logró encabezar el ejército francés con apenas 17 años de edad. Afirmaba que la voz de Dios la guiaba hacia la batalla.
Al mando de un ejército de 5.000 hombres, Juana fue cumpliendo su propósito, Su fe y valor inspiraron a las tropas francesas, poco a poco fue ganando batalla tras batalla. Todos estos logros y victorias se sucedieron en cuestión de meses.
Poco a poco fue torciendo la balanza a favor del lado francés y de la facción de Orleans. Gracias a su intervención, Carlos VII alcanzó la corona de Francia.
La joven Juana de Arco, tras cumplir su misión, dejó de oír las voces y quiso regresar a su casa. Sin embargo, antes de partir, le esperaban dos combates más: en París y en Compiègne.
En esta última batalla, el 24 de mayo de 1430, fue capturada por el duque de Borgoña. Tiempo después fue vendida al ejército inglés para que fuera procesada.
Juana fue encarcelada y acusada de herejía. Se la sometió a rigurosos interrogatorios frente a casi ciento veinte acusadores. Fue hallada culpable de más de setenta cargos, incluido el de “invento de falsas revelaciones y apariciones divinas” y el de vestir como un hombre.
Fue condenada a morir en la hoguera fue quemada viva en Ruan, el 30 de mayo de 1431. Años después fue canonizado y conocida como Santa Juana de Arco.